Los adultos jóvenes deben intensificar sus rutinas de ejercicio (actividad moderada) para reducir las probabilidades de desarrollar presión arterial alta, que puede provocar un ataque al corazón y un derrame cerebral, así como demencia en la edad adulta, según una nueva investigación publicada en el American Journal of Preventive Medicine.
Las directrices actuales indican que los adultos deben hacer un mínimo de dos horas y media de ejercicios de intensidad media o una actividad moderada a la semana, pero un nuevo estudio dirigido por los Hospitales Infantiles Benioff de la UCSF, un sistema hospitalario de San Francisco (Estados Unidos), revela que aumentar el ejercicio hasta cinco horas a la semana puede proteger contra la hipertensión en la mediana edad, sobre todo si se mantiene en los treinta, cuarenta y cincuenta años.
Los investigadores hicieron un seguimiento de aproximadamente 5 000 adultos de entre 18 y 30 años durante 30 años. Se preguntó a los participantes por sus hábitos de ejercicio, su historial médico, su condición de fumadores y su consumo de alcohol. Se controlaron la presión arterial y el peso, así como el colesterol y los triglicéridos. Se anotó la hipertensión si la presión arterial era de 130 por encima de 80 mmHg, el umbral establecido en 2017 por el Colegio Americano de Cardiología/Asociación Americana del Corazón.
«Los resultados de los ensayos controlados aleatorios y los estudios de observación han demostrado que el ejercicio reduce la presión arterial, lo que sugiere que puede ser importante centrarse en el ejercicio como una forma de reducir la presión arterial en todos los adultos a medida que se acercan a la mediana edad», apunta el autor principal Kirsten Bibbins-Domingo, del Departamento de Epidemiología y Bioestadística de la UCSF. Los adolescentes y los que tienen poco más de veinte años pueden ser físicamente activos, pero estos patrones cambian con la edad. Nuestro estudio sugiere que mantener la actividad física durante la edad adulta joven (en niveles más altos que los recomendados anteriormente) puede ser particularmente importante».
Cuando los investigadores analizaron el 17,9 por ciento de los participantes que hacían actividad moderada durante al menos cinco horas a la semana durante los primeros años de la edad adulta, el doble del mínimo recomendado, descubrieron que la probabilidad de desarrollar hipertensión era un 18 por ciento menor que la de los que hacían ejercicio menos de cinco horas a la semana. La probabilidad era incluso menor para el 11,7 % de los participantes que mantuvieron sus hábitos de ejercicio hasta los 60 años.
Se debería preguntar a los pacientes sobre la actividad física del mismo modo que se les hace un chequeo rutinario de la presión arterial, los perfiles de glucosa y lípidos, la obesidad y el tabaquismo, apunta Nagata, y se deberían llevar a cabo programas de intervención en escuelas, colegios, iglesias, lugares de trabajo y organizaciones comunitarias. Las mujeres negras tienen altas tasas de obesidad y tabaquismo, y bajas tasas de actividad física, dijo, y deberían ser un grupo importante para la intervención dirigida.
«Casi la mitad de nuestras participantes en la edad adulta joven tenían niveles subóptimos de actividad física, lo que se asoció significativamente con la aparición de la hipertensión, lo que indica que debemos elevar el nivel mínimo de actividad física», resalta Nagata. «Esto podría ser especialmente el caso después de la escuela secundaria, cuando las oportunidades para la actividad física disminuyen a medida que los adultos jóvenes hacen la transición a la universidad, la fuerza de trabajo y la paternidad, y el tiempo de ocio se erosiona».
abril 17/2021 Europa Press, editado por Geomédica
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