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La artritis reumatoidea y el ejercicio físico.

La artritis reumatoidea y el ejercicio físico.

«¿Tienes artritis reumatoide? ¿Pero eso no lo tiene la gente mayor?”. Este es uno de los conceptos erróneos que se tienen de esta enfermedad crónica y autoinmune de carácter inflamatorio, que cada día afecta a más personas. El otro error es que el ejercicio físico es contraproducente para estos pacientes. De mayor prevalencia en mujeres que en hombres, su edad de aparición suele ser la mediana edad, entre los 40/50 años, aunque también puede hacerlo en la infancia o adolescencia.

Hasta hace poco la creencia habitual acerca del mejor tratamiento para la artritis era el reposo. Hoy en día, los expertos abogan por ejercicios controlados para favorecer la circulación y aliviar las inflamaciones.

Con un origen desconocido, la artritis reumatoidea (AR) causa inflamaciones en varias articulaciones del cuerpo, generalmente de forma bilateral, imposibilitando al paciente una vida diaria normal, debido a las restricciones de movilidad que generan estas inflamaciones y sobre todo por el dolor que éstas ocasionan. Finalmente, estos procesos inflamatorios que aparecen en forma de brotes van alterando la arquitectura normal de la articulación del paciente generando así deformidades que dificultan más aún los movimientos.

En definitiva, estamos frente a una enfermedad que en muchos casos pasa totalmente inadvertida para todos menos para quien la padece. Realizar tareas tan simples como abrir un tapón de rosca, girar la llave de la puerta de casa o apretar la manguera de una gasolinera, se convierte en misión imposible para mucha gente a diario.

El tratamiento de la artritis reumatoidea debe incluir fisioterapia y ejercicio físico

El aumento de casos en los últimos años y sobre todo el empeño de los afectados empieza a dar los primeros frutos, ya que la comunidad sanitaria poco a poco proporciona más herramientas a un conjunto de pacientes para los que, hasta ahora, su mejor tratamiento era la resignación y la convivencia con el dolor.

Estos tratamientos, siempre coordinados por un médico, constan primeramente de una medicación para controlar estos procesos inflamatorios, así como tratamientos biológicos realizados en laboratorio, los cuales son diseñados específicamente para cada paciente… consiguiendo, como ellos mismos verbalizan “cambiarles la vida”.

Pero todo esto tiene que estar mantenido por un grupo multidisciplinar, en el que enfermeros, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, dietistas y psicólogos trabajan codo con codo. Sin obviar a todos ellos, en este artículo nos vamos a centrar en la parte correspondiente al fisioterapeuta y a los ejercicios físicos que podemos hacer bajo su supervisión.

Actividad física y artritis reumatoide

El enfoque terapéutico de la artritis reumatoide (AR) ha sufrido una gran evolución en los últimos tiempos. Hasta hace unos años, la creencia habitual acerca de cuál era el mejor tratamiento para la artritis era el reposo, para evitar una mayor afectación de las articulaciones que generaban sintomatología. Sin embargo, con el paso del tiempo la evidencia ha demostrado que la inactividad de esas articulaciones generaba en el paciente hipotonía muscular relacionada y, sobre todo, pérdida de rango articular, lo cual, si lo sumamos al dolor (que no desaparecía con dicho reposo), nos encontramos con una articulación que se volvía inservible.

Desde la fisioterapia hacemos totalmente lo contrario. Siempre con la supervisión del médico, diseñamos un programa donde se combinan ejercicios físicos aeróbicos y anaeróbicos que no sean traumáticos para las articulaciones del paciente, pero que al mismo tiempo potencie las mismas. Cualquier programa de este tipo se realiza en ausencia de dolor y trabajamos en ese rango, con el fin de que a partir de las cuatro semanas el paciente empieza a sentir los primeros beneficios.

¿Pero, por qué es bueno el ejercicio físico en la artritis reumatoidea?

Articulado de cráneo hasta el pie con más de 200 articulaciones, el ser humano está diseñado para moverse, por todos es asociada la palabra ‘sedentarismo’ a problemas de salud, de peso, cardiovasculares, etcétera. El movimiento favorece la circulación, sistema clave para la generación y desaparición de una inflamación, que, por muy mala fama que estas tengan, no dejan de ser un sistema de seguridad del cuerpo, aunque en su justa medida.

El movimiento, como hemos dicho, ayudará a evacuar esa presión de más que está sufriendo la articulación del paciente y las sustancias que generan inflamación, permitiendo que se mueva con más grados de amplitud.

Si, además, estos movimientos se realizan en un medio acuático como una piscina, disminuimos el efecto de la gravedad sobre esas articulaciones eliminando más estrés mecánico aún.

El grado de afectación del paciente y si se encuentra en fase inflamatoria o no serán claves para que éste opte por realizar una actividad física por su parte o si necesita la asistencia del fisioterapeuta para asistirle en la realización del ejercicio físico elegido.

 

Ejercicios recomendados para la artritis reumatoidea

Los ejercicios físicos aconsejables para pacientes con artritis reumatoidea no variarán en forma respecto a otras patologías, lo que sí que hay que personalizar son las resistencias, duración y frecuencia, ya que cualquier tabla de ejercicios estándar no tiene cabida en estos pacientes y tampoco se trata de convertirles en deportistas de élite. Fijar objetivos claros y sencillos es clave para tener éxito.

Algo tan sencillo como la actividad física para alguien sano, en el paciente con artritis reumatoide se convierte en un reto, por su particular afectación articular, pero aún así existe todo un universo de posibilidades, donde podemos instruir al paciente para que poco a poco vaya alcanzando las metas propuestas de mantenimiento de rango articular y, más adelante, vaya aumentando sus objetivos una vez asimile las pautas de ejercicios.

Estos son los tipos de ejercicio físico que un paciente con artritis reumatoide puede realizar con ayuda de un fisioterapeuta:

Ejercicios pasivos: aquellos realizados exclusivamente por el terapeuta sin solicitación muscular por parte del paciente. Trabajan sobre elementos pasivos: ligamentos, cartílago articular…

Ejercicios activos: existe contracción muscular y sólo actúa el paciente. Trabajan sobre los músculos.

Ejercicios asistidos: trabajan terapeuta y paciente. Trabajo mixto.

 

Algo a tener en cuenta a la hora de realizar estos ejercicios físicos es la calidad del gesto, que debe ser armónico, respetando los patrones de movimiento del paciente y de la articulación en cuestión. Por ejemplo, el taichi es una actividad física muy bien aceptada por los pacientes y con resultados evidentes de flexibilidad y mejora de amplitudes articulares.

Otro beneficio de que los afectados de artritis reumatoidea realicen ejercicios de manera controlada es que las sustancias generadas por el cerebro tras la actividad física (las muy de moda endorfinas) tienen un más que conocido efecto antiinflamatorio y nos ayudan a descansar por la noche, algo muy importante en los pacientes con artritis reumatoide.

 

Ejemplos de ejercicios para pacientes con artritis reumatoidea

Los pacientes con artritis reumatoide (AR) pueden recurrir a varios tipos de ejercicios físicos que, bien ejecutados y en su justa medida, pueden serles útiles en su objetivo de rebajar el dolor y potenciar el movimiento de sus articulaciones:

 

Ejercicios de flexibilidad

Son ideales para mejorar el grado de movilidad de las articulaciones, la postura y reducir el riesgo de lesionarse. Todo ello repercutirá en que el paciente podrá tener un mayor nivel de actividad en su vida diaria. Este tipo de ejercicios se pueden realizar hasta 10 veces al día. Además, hacerlos por la noche permitirá al afectado de artritis despertarse con un menor grado de rigidez articular.

 

Ejercicios de estiramiento

Antes de cualquier actividad física siempre se recomienda estirar adecuadamente, pero en el caso de los pacientes con artritis reumatoide pueden aprovechar aún más este tipo de ejercicios físicos, sobre todo si los realizan al menos tres veces por semana.

Los estiramientos ayudan a fortalecer el músculo y que estos puedan ejercitarse con más intensidad, ya que dan más consistencia a las articulaciones y reducen el impacto del esfuerzo en ellas, lo que se traduce en menos dolor. Cada estiramiento debe poder aguantarse al menos 30 segundos, en series de al menos 10 repeticiones, e ir estirando por grupos musculares. Poco a poco se pueden ir introduciendo lo que se conoce como resistencias, que puede ser desde la utilización de mancuernas, pesas o bandas elásticas al uso de máquinas. Un profesional experto puede orientarte sobre cómo utilizar estos elementos correctamente. Y recuerda, nunca fuerces hasta sentir dolor.

 

Ejercicios aeróbicos

Se trata de ejercicios físicos en los que involucramos los grandes grupos musculares mediante rutinas rítmicas que nos ayudan a acondicionar nuestro cuerpo con el mínimo impacto posible, de manera que ponemos a tono nuestro sistema cardiorrespiratorio y nuestros músculos. Entre ellos encontramos desde el simple hecho de caminar a buen ritmo o nadar a montar en bicicleta. Los ejercicios aeróbicos ayudan al paciente con artritis a mejorar su estado anímico, sentirse mejor, mantener su peso a raya y favorecer el sueño. Los experto recomiendan realizar este tipo de actividades al menos 30 minutos, y entre tres y cinco veces a la semana. Este tiempo puede fraccionarse en varios periodos cortos (por ejemplo de 10 minutos) para personas con mayor dolor o menor capacidad física. Para saber si la intensidad es la adecuada puedes recurrir a una simple prueba: si te quedas sin habla o sin aliento durante el ejercicio, para o reduce la intensidad.

 

Ejercicios de conciencia corporal

El yoga, el taichi, o el Pilates, son ejemplos claros de este tipo de ejercicios de conciencia corporal, que ayudan al paciente con artritis reumatoide a que aprenda a adoptar una postura adecuada, a mejorar su equilibrio, a relajarse… y, en definitiva, a tomar conciencia de sus articulaciones y de cuáles son los movimientos, gestos y posiciones más apropiados para evitar forzarlas y, entre otras cosas, también para prevenir caídas y otros accidentes. Las características y capacidades físicas del paciente, serán las que marquen el ritmo, la intensidad, y la frecuencia con la que deberá practicar estos ejercicios, consultándolo previamente con su médico, e indicando al monitor que dirija la actividad cuáles son sus problemas de salud o posibles limitaciones funcionales.

Ejemplo de ejercicios de hombro

En cuanto a la frecuencia e intensidad de los ejercicios a realizar recalcaremos de nuevo la personalización del tratamiento según las posibilidades del paciente con artritis.

Existe la medida estandarizada, en la que se realizarían 10 repeticiones de cada ejercicio dos veces al día. Sin embargo no será un fracaso que el paciente con AR no cumpla estos cupos de repeticiones, ni tampoco una temeridad si es capaz de realizar más repeticiones, eso sí, siempre en ausencia de dolor antes, durante y después de los ejercicios propuestos.

Es importante que el paciente realice el ejercicio sin prisas, es mejor tardar más en hacerlo que realizarlo sin respetar los rangos de movimientos, intercalando distintos ejes de movimientos.

Tomado de: https://www.webconsultas.com


Tomado de: https://inforeuma.com


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