El dolor neuropático periférico (DNP) es un tipo de dolor causado por una lesión o alteración en el sistema nervioso. Afecta a entre el 1 y el 8% de la población adulta y está sub-diagnosticado, y con frecuencia sub-tratado. Algunos de ellos sufren trastornos del sueño, ansiedad, depresión. Esto reduce su calidad de vida, impactando en su entorno familiar y socio-laboral.
¿Por qué se produce?
Se produce por una lesión del sistema nervioso periférico, que da lugar a la aparición de dolor de forma espontánea.
Este daño aparece con frecuencia derivado de otros problemas o trastornos, siendo entre los más frecuentes:
Una cirugía o traumatismo.
El cáncer o su tratamiento.
La diabetes.
Infecciones por virus herpes o por VIH.
La neuralgia del nervio trigémino.
Y otros trastornos.
¿Cuáles son los síntomas del dolor neuropático periférico?
La localización del dolor neuropático periférico varía entre los pacientes, pudiendo tener desde una distribución muy amplia a muy localizada. En la mayor parte de los casos es un dolor localizado, es decir, en un sitio específico, y persistente en el tiempo, aunque haya episodios intermitentes.
Además del dolor agudo, el dolor neuropático periférico se asocia a una sensibilidad anormal de la piel y otros síntomas característicos, que pueden variar de un paciente a otro:
Entre estos síntomas característicos, podemos distinguir síntomas espontáneos, síntomas que aparecen por un estímulo y síntomas de pérdida de capacidad sensitiva.
Vamos a profundizar un poco más en cada grupo.
Los síntomas espontáneos, que aparecen de repente sin que haya un estímulo, pueden ser:
Una sensación de hormigueo en la piel.
O bien una sensación desagradable de ardor y/o entumecimiento, a veces descritas como “Sensaciones extrañas, como sentir vibraciones”.
Los síntomas que aparecen por un estímulo, como un golpe o un roce (evocados) pueden mostrase como:
Un dolor intenso ante cualquier contacto o daño, es decir, “Cuando me hago daño, me duele mucho más”.
Un dolor generado por aquello que normalmente no es doloroso, como un roce con las sábanas, ropa… incluso el agua o el viento pueden molestar.
O bien que el dolor tras un daño se mantenga más tiempo de lo normal: “Después de lastimarme, me sigue doliendo durante mucho tiempo”.
Por último, entre los síntomas de pérdida de capacidad sensitiva podemos encontrar:
La disminución de la sensibilidad dolorosa, cuándo nos cuesta notar o sentir pinchazos o quemazones.
Reducción de la sensación del tacto en la piel de la zona afectada, es decir, “Siento menos en la zona cuando me toco”.
O una falta total de sensación ante el contacto: “No noto nada al tocarme”.
Para saber si un paciente sufre dolor neuropático periférico, se realizan pruebas y cuestionarios muy sencillos para detectar si experimenta alguno de estos síntomas descritos. Sin embargo, el dolor neuropático no siempre es fácil de reconocer9, por eso el diagnóstico es muy importante para recibir el tratamiento adecuado.
¿Cómo se trata el dolor neuropático periférico?
El tratamiento del dolor neuropático periférico, como en otras patologías que cursan con dolor crónico, es multidisciplinar, es decir, intervienen diversos especialistas que ayudarán a establecer una estrategia para recuperar en la medida de lo posible el bienestar físico y emocional de los pacientes, así como su calidad de vida.
Para diseñar esta estrategia, se pueden usar tratamientos con fármacos y otros sin ellos, que dependerán del dolor y características asociadas a cada caso. Los profesionales sanitarios se asegurarán de elegir el mejor tratamiento y adaptarlo en función de la evolución del paciente.
¿Qué puedo hacer en casa para mejorar el dolor neuropático periférico?
Algunas recomendaciones para mejorar el dolor son:
Comer de forma saludable, y llevar una dieta rica en vitamina D y E, que han demostrado ser eficaces en la mejora de la angustia emocional y en el control del dolor.
Los masajes con aromaterapia, que pueden mejorar el dolor.
Trabajar en equipo y formar parte de un grupo de apoyo proporciona herramientas de autoayuda y control de los sentimientos de tristeza y miedos, y ayuda a luchar contra el aislamiento social.
Aprender técnicas de relajación, pasear, leer, escuchar música… Son actividades que ayudan a relajar los músculos y a evadir la mente.
Practicar estiramientos y ejercicios, como caminar, nadar, y otros ejercicios de bajo impacto; reducen la sensación de incomodidad y el dolor. Además, ayudan a mejorar la calidad del sueño.
Las interconsultas internacionales (second opinion) sobre neurología son evaluadas por nuestro consultor el Dr. Armando Gomez Taboada