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Migraña, cefalea de gran intensidad.

Migraña, cefalea de gran intensidad.

La migraña es un tipo de cefalea de gran intensidad, aguda y recurrente, que dura entre 2 y 72 horas, que se manifiesta, en muchas ocasiones, con dolor de tipo pulsátil que afecta a un solo lado de la cabeza y que puede estar acompañado de náuseas, vómitos o sensibilidad a la luz, además de un conjunto de síntomas de advertencia como visión borrosa o destellos luminosos.

Esta patología no es mortal, pero sí puede resultar muy incapacitante, tanto por la intensidad del dolor como por los síntomas asociados, que en no pocas ocasiones impiden al paciente desarrollar una vida social y de ocio satisfactoria. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se trata de una de las veinte enfermedades más incapacitantes que existen.

Una crisis de un día puede incapacitar al enfermo tanto como un día de ceguera o paraplejia y, según datos de la Asociación Española de Pacientes con Cefalea (Aepac), hay pacientes que pueden llegar a padecer hasta quince crisis en un mes.

Dado el elevado número de afectados, se trata de uno de los motivos de consulta más frecuentes en atención primaria y el primero en los servicios de neurología. Así mismo, la migraña constituye una de las causas más frecuentes de absentismo laboral, por lo que, además de mermar de manera importante la calidad de vida de quien la sufre, tiene también implicaciones a nivel socioeconómico.

¿Quién padece migraña?

De acuerdo a la OMS, el 14% de la población mundial sufre migraña, y a nivel nacional, más de 3,5 millones de adultos españoles padecen migraña, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Se trata de una enfermedad que puede surgir a cualquier edad, aunque es más frecuente que se manifieste desde los 10 años hasta los 45 y, especialmente, durante la adolescencia. siendo además, más habitual entre las mujeres.

¿Cuáles son sus factores de riesgo?

Además del género, la predisposición genética constituye otro factor de riesgo, ya que las migrañas pueden ser hereditarias: según datos de la Clínica Universidad de Navarra, el 70% de los pacientes que presentan este problema tienen antecedentes familiares del mismo.

¿Qué causa la migraña?

Si bien no se conoce la causa exacta de la migraña, de acuerdo a la Asociación Española de Pacientes con Cefalea (Aepac), se piensa que las personas que padecen este problema  tienen un cerebro especialmente excitable. Sus neuronas, hiperactivas y muy sensibles, envían impulsos a los vasos sanguíneos, lo que provoca su estrechamiento y posterior dilatación. Aunque la secuencia exacta de hechos sigue sin aclarase, estos cambios, que afectan también a los tejidos circundantes a los vasos sanguíneos, liberan sustancias que generan dolor.

En este sentido, pueden desencadenar las crisis de migraña diferentes tipos de estímulos o circunstancias:

La abstinencia de cafeína.

Tomar alcohol.

Cambios en los niveles hormonales debidos al ciclo menstrual o a la toma de píldoras anticonceptivas.

Moodificación en los patrones del sueño.

Cambio de estación o meteorológicos bruscos.

Cambios de altitud.

Ruidos fuertes o luces brillantes o intermitentes.

Ejercicio u otro estrés físico.

Saltarse comidas.

Olores y/o perfumes fuertes.

Fumar o exponerse al humo.

Cualquier cambio que provoque estrés y ansiedad, como una mudanza, una defunción, un divorcio o el trabajo.

Algunos alimentos y sustancias como:

Chocolate.
Lácteos y derivados.
Productos con glutamato monosódico (GMS), como la comida china.
Alimentos con tiramina como el vino rojo, el queso curado, el pescado ahumado, el hígado de pollo, algunas legumbres y frutas como el aguacate o los cítricos.
Carnes con nitratos como el tocino, el salami o las carnes curadas.
Las cebollas.
Los cacahuetes y nueces.
Los alimentos procesados, fermentados, adobados o marinados.
Edulcorantes (sacarina, aspartamo).

 

¿Cuáles son sus síntomas?

Con frecuencia, antes de que se desencadene el dolor de cabeza característico de la migraña, pueden producirse diversas alteraciones de la visión, lo que se conoce aura, que duran generalmente entre cinco y veinte minutos. El aura se produce en ambos ojos y puede incluir:

Un punto de ceguera temporal.

Visión borrosa.

Dolor ocular.

Ver destellos luminosos o líneas en zig-zag.

Visión túnel.

Otros posibles signos de advertencia de la migraña son bostezar, sensación de adormecimiento en los dedos, una mano, la cara o los labios, sufrir dificultad para concentrarse, náuseas, debilidad muscular y problemas para encontrar las palabras adecuadas. Suele producirse minutos antes de la crisis o incluso horas antes, aunque no siempre implican que se avecine un aura.

Una vez comienza, el dolor presenta las siguientes características:

Se presenta en un solo lado de la cabeza, aunque en ocasiones puede localizarse en la frente, alrededor de un ojo o en la parte posterior de la cabeza.
Es un dolor sordo, profundo y pulsátil, similar a palpitaciones o latidos en la cabeza, de intensidad variable.
Aumenta en minutos u horas de manera gradual y también desaparece de manera paulatina a medida que cede la crisis.
La luz, los movimientos de la cabeza o los ruidos suelen empeorarlo.
Puede durar desde unas pocas horas hasta dos o tres días.
Puede llegar acompañado de otros síntomas como escalofríos, aumento de la micción, náuseas, vómitos, intolerancia a la luz y/o al ruido o, con menor frecuencia, congestión nasal o lagrimeo.

 

¿Cómo se diagnostica la migraña?

El diagnóstico es esencialmente clínico. El médico puede diagnosticar este problema a partir de las preguntas realizadas al paciente y un examen físico que permita determinar si los dolores de cabeza están provocados por tensión muscular, problemas de sinusitis o un trastorno cerebral. En ocasiones, por tanto, puede ser necesario realizar una tomografía computorizada (TAC) o resonancia magnética del cerebro.

En todo caso, este tipo de jaquecas no son producto de un tumor cerebral u otro problema de salud serio.

¿Cómo se trata?

Aunque no existe cura específica para la migraña, este tipo de dolor de cabeza sí se puede tratar y controlar, por lo que el enfermo no debe dudar en recurrir al profesional sanitario. En general, el tratamiento puede estar dirigido tanto a mitigar los síntomas del ataque de migraña como a prevenir las crisis o los factores desencadenantes.

Por otra parte, como indica la Asociación Española de Pacientes con Cefalea (Aepac), el tratamiento dependerá de la frecuencia, tipo y severidad de los síntomas. En concreto, esta institución propone tres tipos de tratamiento distintos:

1. Tratamiento de la crisis. Debe iniciarse cuando se perciba el aura o el comienzo del dolor, ya que el tratamiento precoz del episodio es primordial para poder pararlo. Incluye:

Alejarse o eliminar los estímulos que provocan la crisis o que son molestos, como la luz, el ruido o el movimiento.
Eliminar el dolor con medicamentos como la aspirina (ácido acetilsalicílico), el nolotil (metamizol) o los antiinflamatorios no esterioideos (AINE’s) como el ibuprofeno, el naproxeno o el ketoprofeno. Se suelen tomar por vía oral o, en caso de vómitos, existe presentación en supositorio. En cualquier caso, la toma de este tipo de medicamentos deberá estar indicada por el médico.

No obstante, las crisis generalmente sólo ceden con medicación específica. Si el dolor de cabeza no cede con los anteriores fármacos, se pueden usar otros específicos para la migraña como los triptanes (sumatriptan, zolmitriptan…) o la ergotamina, también bajo prescripción. Hay que tener en cuenta que cada crisis y cada paciente son diferentes, y por lo tanto, pueden requerir tratamientos distintos. Así mismo, el tratamiento también puede variar según las enfermedades base de cada paciente, de sus síntomas asociados y de sus experiencias previas.

Estos tratamientos suelen resultar muy efectivos, y cuando fracasan suele ser, bien porque se ha tomado un fármaco de eficacia insuficiente, o bien por la elección de una vía de administración inadecuada (por ejemplo, oral en pacientes con vómitos). Así pues, la correcta indicación y toma de la medicación resulta fundamental en el manejo de las crisis.

2. Tratamiento de otros síntomas acompañantes. Además, si se asocian síntomas digestivos, es necesario administrar precozmente un tratamiento para ello (antieméticos, procineticos,etc.). Por ejemplo, existen medicamentos para tratar las náuseas y los vómitos, como la metoclopramida (Primperan).

3. Tratamiento preventivo. Para evitar  el abuso de medicación durante las crisis, se suele recurrir al tratamiento preventivo si el paciente sufre migrañas durante 10 días o más al mes.  Su objetivo es prevenir las crisis en aquellas personas con ataques habituales o de larga duración y que causen incapacidad para desarrollar las actividades habituales, reduciendo su frecuencia a la mitad.

El primer paso para realizar un tratamiento profiláctico adecuado es el correcto diagnóstico de la migraña, tras el cual podrán utilizarse  beta bloqueantes (propaonolol, atenolol…), antidepresivos, anticomiciales para las crisis convulsivas y calcio-antagonistas. La dosis necesaria de tratamiento preventivo ha de alcanzarse de forma progresiva.

Al igual que en el caso de la medicación para las crisis, se trata de tratamientos muy efectivos, y su principal causa de ineficacia es la falta de cumplimiento del mismo. Hay que tener en cuenta que el tratamiento preventivo puede tardar un mes y medio en mostrar su eficacia y, como normal general, ha de mantenerse un mínimo de 3 meses y un máximo de 9-12 meses.

Publicado en: cinfasalud.com

Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.

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