Uno de los síntomas de la epilepsia por excelencia, y aquel que define la enfermedad, es la crisis epiléptica, ya que es preciso que se presenten dos o más crisis espontáneas para que se diagnostique esta patología, debido a que se puede tener una crisis epiléptica aislada y ello no significa que se padezca epilepsia.
Otros síntomas de la epilepsia son: mareos, dificultad para hablar, sensación de desconexión con el entorno, convulsiones, rigidez muscular, etcétera.
Por otra parte, se denomina síndrome epiléptico al conjunto de síntomas y signos que definen un proceso epiléptico por el tipo de crisis, su historia natural, que incluye una o varias causas reconocidas, la predisposición hereditaria, un determinado tipo de crisis y de anomalías en el EEG, la respuesta al tratamiento y el pronóstico.
Las manifestaciones clínicas de una crisis epiléptica se presentan de forma repentina y su duración es breve. Pueden ser motoras, sensitivas (alteraciones de la visión, el gusto o el oído), vegetativas, psíquicas, con o sin disminución de la consciencia. Los síntomas dependen del área cerebral en la que se origina la descarga, y de su extensión o no al conjunto del cerebro. Una crisis epiléptica se considera un síntoma y, con carácter aislado, no demuestra la existencia de un síndrome o enfermedad epiléptica; de hecho, del 2% al 3% de la población sufre una crisis epiléptica en algún momento de su vida.
Por otro lado, la heterogeneidad de los síntomas de la epilepsia (sólo el 20-30% de las crisis epilépticas se manifiestan en forma de convulsiones) hace que en torno a una de cada cuatro crisis pase inadvertida para el paciente y su entorno, y que el diágnostico en algunos casos se retrase hasta una década, según datos de la SEN.
Factores desencadenantes
Las crisis epilépticas pueden surgir como respuesta a diversos estímulos, y según la naturaleza de los mismos son clasificados como:
Crisis provocada: es la que aparece en relación temporal inmediata con una agresión aguda del cerebro como un ictus, un traumatismo, anoxia (falta de oxígeno), encefalitis o una alteración tóxico-metabólica aguda.
Crisis precipitada: es la que ocurre como consecuencia de un factor inespecífico como la falta de sueño, el estrés o el consumo excesivo de alcohol, en una persona con o sin crisis espontáneas previas.
Crisis refleja: es la que sucede a un estímulo sensitivo o sensorial.
Actividad y remisión
Una epilepsia está en actividad cuando el paciente ha sufrido una crisis en los dos últimos años. Una epilepsia está en remisión si no se han producido crisis en dos años. Esta distinción es importante para determinar si el paciente debe continuar o no en tratamiento farmacológico.
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Más sobre Epilepsia:
Ver Epilepsia Parte 1: Epilepsia. Como saber cuando se da una crisis epiléptica?
Ver Epilepsia Parte 2: Crisis epilépticas. Sus tipos y variantes.
Ver Epilepsia Parte 3: Causas de la epilepsia: hereditarias, congénitas o adquiridas.
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