La tortícolis es una contractura o distonía de los músculos del cuello, que puede deberse a posturas o movimientos inadecuados, o estar asociada a otros problemas de salud. Conoce sus causas, síntomas y soluciones.
La palabra tortícolis procede del latín: “tortus” quiere decir “torcido”, y “collis” es cuello. En la tortícolis se produce una distonía o contractura mantenida de los músculos del cuello, habitualmente del esternocleidomastoideo, aunque también puede estar afectado el trapecio, los escalenos, o el angular de la escápula. El tono excesivo y anormal de los músculos, con frecuencia de un solo lado, hace que la cabeza tenga una posición anormal.
Según la posición de la cabeza, se distinguen distintos tipos:
Laterocollis: la cabeza se inclina hacia un hombro.
Tortícolis rotacional: la cabeza gira hacia un lado en el eje longitudinal.
Anterocollis: la cabeza y el cuello se inclinan hacia delante.
Retrocollis: la cabeza y el cuello se extienden hacia atrás.
La típica tortícolis secundaria a una mala postura al dormir es relativamente frecuente, y se suele resolver por sí sola. Sin embargo, hay formas de tortícolis que pueden afectar ya a niños desde el nacimiento, o a adultos de forma crónica. Estos casos son menos frecuentes; la tortícolis congénita afecta a entre menos del 1% y hasta el 4% de los niños si se incluyen los casos más leves.
La tortícolis congénita y otros problemas asociados en los niños que la padecen puede condicionar problemas diversos en ellos, por lo que deben ser evaluados y tratados desde el inicio del diagnóstico. También en los adultos, cuando una tortícolis se cronifica, independientemente de su causa, los problemas van mucho más allá de “tener el cuello torcido”.
Así, una tortícolis mantenida en el tiempo no es solo un problema por el dolor crónico, sino que además se pueden producir compresiones de los nervios de la zona. La alteración de la posición de la cabeza supone dificultades para llevar a cabo tareas rutinarias, inhabilitando a la persona, por ejemplo, para conducir. El perjuicio estético puede conllevar dificultades para la socialización, con aislamiento y depresión.
Causas de la tortícolis
Cuando se habla de tortícolis, habitualmente se piensa en primer lugar en la tortícolis común, que es la que aparece típicamente cuando se ha dormido toda la noche en una mala postura y al levantarse el cuello está tieso, dolorido, y no se puede mover con normalidad. También puede suceder por utilizar el teléfono de una forma inadecuada, sujetándolo entre el hombro y la cabeza.
Esta forma de tortícolis adquirida también puede aparecer tras sufrir traumatismos directos o indirectos. Por ejemplo, el típico latigazo cervical en un accidente de tráfico por alcance posterior puede provocar una tortícolis. Otras veces gestos deportivos bruscos son la causa de la lesión muscular que produce la tortícolis. También las infecciones bacterianas locales o del sistema nervioso central, son de forma ocasional causa de tortícolis.
Hay un gran número de procesos, algunos de ellos muy graves, que pueden producir tortícolis adquirida, además de los factores mencionados, incluyendo hematomas espinales epidurales, tumores del sistema nervioso central, la subluxación rotatoria atlantoaxoidea, el estrabismo, las reacciones distónicas por fármacos, las enfermedades neurológicas, o la tortícolis benigna paroxística. También hay una forma idiopática de la que no se conoce la causa.
Hay una forma de tortícolis que se considera secundaria al estrés y la ansiedad denominada tortícolis espasmódica psicógena. En este síndrome aparecen crisis espasmódicas de la musculatura del cuello, habitualmente acompañadas de dolor de cabeza intenso, mareos y contracturas musculaturas, y dolores también en otras localizaciones del cuerpo como en la zona baja de la espalda.
La tortícolis muscular congénita que se presenta de nacimiento se considera que se debe a una posición inadecuada de la cabeza en el útero, o bien a lesiones producidas en el periparto, con una fibrosis secundaria del músculo esternocleidomastoideo. Sin embargo, esto no está del todo claro, porque no en todos los niños se encuentra esa fibrosis muscular. Además, se ha comprobado cierta tendencia familiar a este cuadro. Otras veces la tortícolis infantil se asocia a síndromes o enfermedades, de los que la tortícolis es solo un síntoma más.
Síntomas
El síntoma más evidente y llamativo en la tortícolis es la incapacidad de mover el cuello de forma normal. Además, suele haber dolor que empeora con el movimiento, y es típica la rigidez del cuello. En ocasiones, la tortícolis puede ser tan exagerada que haga que un hombro esté más arriba que el otro, llegando incluso a contactar la mejilla con el hombro. El mareo y el dolor de cabeza suelen aparecer de forma secundaria a la tortícolis.
La tortícolis, además de presentar estos síntomas característicos, no deja de ser también una manifestación clínica de un proceso o causa subyacente, por lo que pueden aparecer síntomas adicionales. Así, en los casos en los que la tortícolis se deba a un proceso infeccioso local o del sistema nervioso central, es muy posible que el paciente tenga fiebre, además de una inflamación y un dolor muy intensos en la zona afectada.
En cuanto a la distonía cervical idiopática, suele comenzar entre los 30-50 años, y si bien la distonía empieza en los músculos del cuello, puede acabar progresando a otros lugares inervados por los nervios de la médula espinal cervical, como la mano, el brazo, o la zona de la mandíbula y la boca. Es también frecuente que en estos casos haya dificultades para tragar.
En la mayoría de los casos de tortícolis hay empeoramiento de la distonía y de la tortícolis con el movimiento, la actividad y, en particular, ciertos intentos de movimiento. Salvo cuando se deba a una mala postura al dormir la noche previa, el paciente suele estar mejor por la mañana. Después de estar de pie, sentado frente a un ordenador, o caminando, los síntomas suelen empeorar. También las situaciones de estrés emocional agravan los síntomas.
En los niños con tortícolis es importante observar su crecimiento y neurodesarrollo, además de realizar controles de su capacidad visual. Los bebés con tortícolis pueden tener dificultades para alimentarse, tanto si se trata de lactancia materna, como artificial, por la postura anómala de la cabeza y las dificultades para tragar. Es frecuente la asociación con la displasia de cadera y el pie zambo. El resto de síntomas dependerá de la causa de la tortícolis, al igual que en los adultos.
Diagnóstico de la tortícolis
El diagnóstico en sí habitualmente es muy sencillo y no requiere de procedimientos diagnósticos complejos: con la historia clínica y la exploración física es suficiente. La persona afectada suele ser capaz de identificar la causa de la tortícolis (un gesto brusco, una mala postura al dormir…). A la exploración física se comprueba el dolor, sobre todo en el esternocleidomastoideo, llegando incluso a palparse un bulto.
Si hay un antecedente traumático cervical importante no se debe explorar ni intentar movilizar el cuello, sino colocar un collarín y realizar pruebas de imagen (al menos radiografía de la columna cervical y, en caso necesario, resonancia magnética o tomografía computerizada) para comprobar la estabilidad de la columna. En una tortícolis común por una mala postura esto no es necesario.
Igualmente, si se sospecha de una infección localizada como un absceso o un síndrome de Lemierre, suele ser necesario realizar una prueba de imagen (ecografía, TC o resonancia). Además, es fundamental obtener cultivos de sangre si hay fiebre. Si se sospecha de infección del sistema nervioso central se debe realizar una prueba de imagen del cerebro y una punción lumbar para analizar el líquido cefalorraquídeo.
Si se trata de una tortícolis congénita infantil es importante realizar una exploración física completa del bebé, incluyendo todo el sistema musculoesquelético y, por supuesto, el neurológico. En el caso de que no se sospeche una tortícolis de causa adquirida, no se suelen realizar pruebas de imagen más allá de una ecografía del músculo esternocleidomastoideo, pudiéndose comprobar un pseudotumor en casos de fibrosis importante.
Por lo demás, en las tortícolis crónicas con afectación de los nervios que salen por la columna cervical por ese lado, puede ser necesario, según los síntomas, practicar pruebas como la electromiografía o electroneurografía. Estas pruebas se realizan también en los propios músculos afectados en un contexto de atención especializada, y dependiendo del cuadro clínico concreto del paciente.
Tratamiento y prevención de la tortícolis
La tortícolis común es un cuadro muy molesto, pero por suerte es benigno y autolimitado, y se suele resolver por sí mismo en 1 o 2 semanas. Mientras tanto, es conveniente no forzar los músculos de la zona, manteniendo un reposo relativo y realizando actividad adaptada a las molestias que percibamos. No se recomienda utilizar collarín en estos casos, puesto que solamente acabaría por debilitar más los músculos de la zona, siendo esto contraproducente a largo plazo.
Mientras duren los síntomas, se pueden llevar a cabo varias medidas de tratamiento domiciliario, como es la aplicación de calor y la toma de analgésicos y antiinflamatorios en caso de dolor intenso. El uso de relajantes musculares puede aliviar algo, pero tienen muchos efectos secundarios indeseables y siempre deben ser prescritos por el médico. La toma de magnesio por vía oral, a una dosis media o alta, puede suponer también un alivio.
El fisioterapeuta es el profesional que puede aportar una mejoría importante para los síntomas de la tortícolis, utilizando técnicas de masaje, estiramiento pasivo, punción seca, electroterapia, ultrasonidos, o infrarrojos. No se recomienda realizar masajes ni tampoco movilizaciones cervicales por un profesional no cualificado, por el riesgo que suponen estas técnicas si no se realizan de forma adecuada.
Los casos en los que la tortícolis se debe a una causa infecciosa, tumoral o traumática necesitan un tratamiento específico de la causa por el especialista correspondiente. Cuando la tortícolis es congénita, o se ha cronificado por la razón que sea, se pueden utilizar fármacos como el baclofeno o las inyecciones de toxina botulínica en los músculos afectados. El tratamiento fisioterápico debería incluirse siempre en la terapia de estos pacientes.
Cómo prevenir la tortícolis
Se puede prevenir evitando las malas posturas cuando se duerme, cuando se trabaja con el ordenador, o al hablar por el teléfono. Es conveniente evitar los movimientos muy bruscos del cuello.
Por supuesto, el exceso de estrés del ritmo de vida actual no ayuda a prevenir la tortícolis, por lo que diversas técnicas de relajación y estiramientos pueden ayudar a evitar su aparición.
Publicado en: webconsultas
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