Diálogo con el doctor Rinaldo Puga Gómez, especialista de I y II grado en Pediatría y presidente del Consejo Científico de la Clínica Cira García, sobre los movimientos anti vacunas, una controversia que hoy preocupa a la comunidad médica internacional
«En 1796, durante el momento de mayor extensión del virus de la viruela en Europa, Edward Jenner observó que las recolectoras de leche adquirían ocasionalmente una especie de “viruela vacuna” por el contacto continuo con estos animales, y que luego quedaban a salvo de enfermar de viruela común.
«Jenner tomó viruela vacuna de la mano de la granjera Sarah Nelmes e inyectó este fluido en el brazo de un niño de ocho años, James Phipps. El pequeño mostró síntomas de la infección; 48 días más tarde, después de que se hubiera recuperado completamente, el doctor Jenner le inyectó infección de viruela humana, pero esta vez no mostró ningún síntoma o signo de enfermedad.
«En 1881, Louis Pasteur lleva a cabo un audaz experimento para comprobar la efectividad de la vacuna antiantráxica que había creado, en la granja de Pouilly-le-Fort. Sus excelentes resultados le permitieron al científico introducir en la terminología médica los términos de vacuna y vacunación, que provienen de la palabra latina vacca, como homenaje a Jenner, su ilustre predecesor».
Con este relato comenzó el diálogo de Granma con el doctor Rinaldo Puga Gómez de la Clínica Cira García, ante el auge de los movimientos antivacunas, que según el especialista han existido más o menos organizados desde el inicio mismo de la vacunación.
De donde vienen los movimientos antivacunas
Algunos ejemplos nos hablan de los fundamentos de este fenómeno. «Uno de los más relevantes está en el Reino Unido, después de la publicación en la revista The Lancet en 1998, de un artículo de Andrew Wakefield –excirujano e investigador acusado de varios fraudes por desmentir los cánones de la ciencia moderna– sobre un estudio de 12 niños con trastornos del espectro autista, iniciados poco después de administrarles la vacuna.
«Durante una conferencia de prensa, Wakefield sugirió que inyectar a los niños la vacuna en tres dosis separadas sería más segura que la vacunación en una única dosis. Esa sugerencia no estaba respaldada por el artículo, y varios estudios posteriores fracasaron en mostrar cualquier relación entre la vacuna y el autismo. Él había recibido financiación de demandantes contra los fabricantes de la vacuna y no había informado a sus colegas ni a las autoridades médicas de su conflicto de intereses», señaló el especialista.
En el 2004, la interpretación del artículo fue retractada por diez de los 12 coautores y en el 2010 The Lancet lo retiró completamente. El 28 de enero del 2010, un tribunal compuesto por cinco miembros del Consejo Médico halló probadas 32 acusaciones contra Wakefield, entre ellas cuatro de fraude y 12 de abuso de niños con discapacidad de desarrollo, explicó el entrevistado. Pero destaparle y quitarle la licencia para ejercer la medicina no impidió que el supuesto informe impulsase el movimiento antivacunación en todo el mundo.
Consecuencias desastrosas
Varios son los casos recientes que ilustran el peligro de no vacunarse, comentó el entrevistado. En los primeros años del siglo xxi, líderes religiosos del norte de Nigeria, suspicaces respecto a la medicina occidental, recomendaron a sus seguidores que no vacunasen a sus hijos con la vacuna oral contra la polio. La inmunización fue suspendida durante meses. Como consecuencia, la poliomielitis reapareció en una docena de países vecinos de Nigeria, previamente libres de polio. En el 2006, Nigeria tenía más de la mitad de todos los nuevos casos de polio en el mundo.
En el año 2015, un niño de seis años murió víctima de la difteria, 28 años después de erradicada en España. Los padres habían decidido no vacunarlo por temor a los efectos adversos. Ese mismo año, los visitantes del parque de atracciones de Disneylandia, en California, se enfrentaban a un brote de sarampión infantil por causas similares.
«Se han reportado más de 2 500 casos de sarampión en Italia en el 2017, 89 % de ellos no vacunados y un 6 % más solo había recibido la primera dosis de la vacuna. Italia vive una epidemia de sarampión que está hospitalizando a cuatro de cada diez niños afectados», dijo el doctor Puga Gómez.
«El problema tiene un nombre: los movimientos antivacunas. Al calor del crecimiento de los mismos, enfermedades que creíamos casi olvidadas están protagonizando un regreso alarmante y peligroso», reflexionó.
De este lado del mundo, la caída en el índice de vacunación infantil ha puesto en alerta a naciones como Brasil, que enfrenta un brote importante de sarampión en el norte del país, lucha por evitar el surgimiento de otras enfermedades ya eliminadas e intenta contener la propagación de noticias falsas, un nocivo ingrediente que atiza la desinformación, apuntó.
Cada año según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las vacunas evitan el fallecimiento de cerca de tres millones de personas; es decir, el equivalente a la población de Roma. Por primera vez las inmunizaciones han logrado que el número de niños que mueren cada año sea por debajo de los diez millones. Agrega la oms que con los recursos disponibles «sería técnicamente posible prevenir cuatro millones de muertes más cada año por gripe, neumococos, rotavirus, rabia, cólera, tifus, meningitis epidémica y encefalitis japonesa». En general, lo que salta a la vista es que el origen del rechazo a las vacunas casi siempre parte de la desinformación. O, para ser más exactos, de una mala información.
Vacunas sí
«La preocupación respecto a la seguridad de las vacunas frecuentemente sigue un mismo patrón. Primero, un investigador sugiere que alguna condición médica de prevalencia creciente o causa desconocida es un efecto adverso de la vacunación. El estudio inicial, así como los subsiguientes por el mismo grupo, usan metodologías inadecuadas, típicamente un grupo de casos poco o nada controlado. Se suele realizar un anuncio prematuro de los efectos adversos supuestamente provocados por la vacuna, mostrando además casos individuales de personas afectadas, sin mencionar los potenciales afectados en caso de no usar la vacuna. El estudio inicial no suele ser reproducido por otros grupos y, finalmente, hace falta mucho tiempo para recuperar la confianza pública en la vacuna» comentó.
«Hoy en día se obtienen vacunas conjugadas que son muy seguras, gracias a la tecnología de síntesis donde la composición del preparado no contiene la bacteria. Los polisacáridos se extraen del microorganismo, se purifican y se les hacen modificaciones químicas para enlazarlos a la proteína. De esta forma, se logra revertir la pobre respuesta inmune que generan los polisacáridos en los niños (la cápsula bacteriana es un polisacárido), por una respuesta que los protege a largo plazo, y queden inmunizados para toda la vida. Por tanto, estas vacunas, prácticamente no generan reacciones adversas en los niños vacunados», dijo.
Asimismo, el especialista apuntó que existe la creencia de que aplicar varias vacunas a la vez puede sobrecargar o debilitar el sistema inmunológico del niño provocando efectos adversos. La evidencia científica muestra que las vacunas son más inmunogénicas y ocasionan menos efectos adversos si se administran al mismo tiempo, pues el sistema inmune puede responder a miles de virus simultáneamente.
Las investigaciones científicas concluyen que las vacunas usadas actualmente cumplen las más rigurosas normas de seguridad y que las críticas no están justificadas.
«Existen también argumentos sociales y religiosos frente a la vacunación y su beneficio para la sociedad, como que las vacunaciones obligatorias violan derechos individuales o principios religiosos. Las campañas contra la vacunación han dado como resultado daños innecesarios y muertes en masa», apuntó el especialista.
«Las vacunas son una herramienta profundamente positiva. La evidencia científica, los datos, demuestran que las vacunas producen un gran descenso en la morbi-mortalidad provocada por procesos infecciosos. La morbilidad y mortalidad asociadas a las vacunas son tan bajas que las hacen prácticamente irrelevantes», dijo.
En opinión del doctor Puga Gómez, el mensaje es claro para la comunidad médica y los familiares de los niños que deben ser inmunizados: conocimiento y educación para la salud sobre la importancia de inmunizar para prevenir enfermedades a través de las vacunas de un lado, y del otro lograr la cobertura vacunal establecida para cada país de forma lo más cercana posible al 100 % de la población diana para ser inmunizada.
Por fortuna, en Cuba, primer país de América Latina en ser declarado territorio libre de la poliomelitis, se mantiene una cobertura de inmunización superior al 98 %, con 11 vacunas que protegen contra 13 enfermedades. Y eso es una garantía de vida incuestionable.
Autor: Lisandra Fariñas Acosta
23 de septiembre de 2018
Tomado de: granma.cu